Cuando la búsqueda interior me conduce por caminos que nunca hubiera imaginado, la inconsciencia de mi entorno se desliza dulcemente y me envuelve. Solo sé que las formas que vislumbro y yo nos fundimos en una única unidad intransferible. Luego, el recorrido, contemplativo y expectante, me permite descubrirme. Soy yo quién, a través de mi cuerpo, mis intintos y sentidos, ejecuto las obras que descubren mi alma.